miércoles, 3 de abril de 2013

EL MÁS RIDÍCULO DE LOS MIEDOS

                Imaginen esta situación: Una reunión en casa de algún amigo, estamos allí rodeados de personas a las que recién conocimos. El tema de la conversación es interesante y todos opinan, reflexionan y aportan ideas. 
                
                Uno quiere participar, tiene comentarios para hacer pero, en el mismo momento que va a hablar el corazón se acelera, las manos comienzan a temblar y siente que las piernas se le aflojan. ¿Acaso a alguno de uds. no le ha pasado algo parecido? Seguramente que sí. Es miedo a exponerse, a decir algo poco inteligente, a que los demás piensen "qué tarado". Optamos por no hablar y entonces, nos recuperamos de ese malestar pero nos quedamos con una incómoda sensación de frustración. 
                
                 Esto puede ocurrir en diferentes ámbitos y circunstancias: Un profesor frente a un alumnado, un alumno frente a un profesor, un abogado frente a un tribunal, un conferencista frente al público, etc. etc.
               
                Qué es lo que provoca esta inhibición? Pueden ser muchos y variados los motivos, pero hay uno que es clave:  MIEDO AL RIDÍCULO.
                 
                 Ese miedo puede ser causado por que somos inseguros, porque no confiamos en nosotros mismos, porque hay un exceso de exigencia a ser siempre "brillantes" y, fundamentalmente, porque no nos damos permiso para equivocarnos.

                 ¿Uds. recuerdan cuando éramos niñitos qué poco importaba la opinión de los demás en nuestros juegos? Buscábamos la aprobación, el halago, la felicitación pero DESPUÉS DE HABER HECHO LO QUE TENÍAMOS GANAS DE HACER, es decir, primero la acción, sin miedos , sin preconceptos, después el reconocimiento de los otros y si no nos aplaudían eso no era impedimento para volver a hacerlo, porque en realidad el objetivo era otro, no importaba tanto la aprobación, lo que importaba era el JUEGO. No conocíamos la inhibición, ni tampoco "el ridículo", seguramente ni teníamos idea de que existieran. 

                  Bueno, lo anterior ha sido el fundamento del Taller de "Juegos y Actividades para la Desinhibición", que coordiné durante diez años en el Centro Cultural San Martín. En ese taller SE JUGABA y a partir del juego se trataba de recuperar al niño que fuimos y por sobre todo  recuperar la libertad y espontaneidad de la que gozábamos entonces.

                    En un primer ciclo de un Taller de Formación Actoral, también se recurre a los juegos para que el "actor en potencia" pierda totalmente sus inhibiciones, dado que, de lo contrario, le sería imposible enfrentarse al público desde el escenario.

                    Lamentablemente el Taller de Centro Cultural San Martín ya no existe, por decisión de las actuales autoridades de ese Centro. Pero yo aconsejo a quien necesite vencer el obstáculo de sus inhibiciones, que se acerque a la disciplina actoral. Elegir un buen Coordinador y animarse a JUGAR, a recuperar la capacidad de JUEGO que teníamos de chicos, es el secreto para vencer al más ridículo de los miedos.
                  
                 

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